miércoles, 25 de febrero de 2009

CHAP I



"La Vuelta al Mundo" by Wassup



Ficción es todo aquello que podemos ver, cuya existencia no es demostrable, pero si nosotros mismos no somos reales…somos ficción y de ficción hablamos, escribimos y soñamos. ¿Para quién está reservada la realidad? ¿Quién es el erudito al que he de acudir? ¡Dime!

Ethan Adkinston en “Der Horizont des Mythos" (El horizonte del mito)




CAPÍTULO I


Idiosincrasia


“El odio no lo inventaron lo pensamientos antiguos, ni las religiones, ni las circunstancias, ni el clima. El odio nació el día que la molécula se dividió, antes incluso de que bajáramos del árbol, es algo innato y aún así es tan difícil la convivencia con él.

El odio es la trama, la línea argumental de toda historia, y aunque sobreviva el amor, el odio tiene un papel importante hasta el final.

No tengan miedo de odiar, pero odien con propiedad; lean, aprendan e instrúyanse sobre lo que, o a quien realmente deben odiar. No se dejen influir por los odios de los demás.


Yo odio que me manipulen, que me digan qué he de ponerme, qué he de decir, qué he de sentir. Odio a los que odian que los demás le marquen la pauta y luego ellos le hacen lo mismo a otros. Odio a los que creen que la vanguardia es algo externo, a los que lloran con una película y son incapaces de llorar con la realidad, a los que se miran al espejo y no se ven….


El arte de odiar debería ser estudiado, porque es de él de dónde emana el verdadero amor.



Un tipo mira su teléfono móvil de última generación, como si supiera exactamente que es el momento en que vibrará para salvarlo. Varias parejas de la octava fila se quejan de la amplia luminosidad de su pantalla de 36 millones de colores.

No sabe cómo se vió arrastrado a presenciar ésta americanada de tan poco gusto basada en la película de Pope Webster “The Hate” (1961), bueno en realidad sí lo sabe y no puede echarle la culpa más que a sí mismo, ni tan siquiera puede culpar a la situación, ya que entró por su propio pie en el centro comercial, y eligió el film de entre 20 opciones.

A los 40 minutos, sin apenas interés, y con un repentino deseo sabor a chocolate, abandona la sala, para satisfacción de muchos con los que compartía fila. La gente no entiende a las personas que viven solas. A sus ojos, son islas inconquistadas, dignas de la más profunda desconfianza. Son los que luego aparecen en las noticias como los detenidos en una gran operación contra los más decrépitos psicópatas, pedófilos, zoofilos y demás actos perversos tan fáciles de detectar.

Dio llega a casa a las 19.18, consciente de haber perdido gran parte de la tarde en un ir y venir consumista.

Hace tiempo que el dinero ha dejado de tener importancia y tensa su cuenta cuanto puede, a ver si los números rojos llevan consigo una existencia más rica y compleja. Sube la persiana de su habitación pero ya no sirve para nada, la luz se ha ido. El cielo está precioso, digno de una fotografía pero para qué la va a hacer si en cualquier buscador de Internet las hay mejores.

Ha dejado de escribir lo que piensa, quizás porque se ha cansado de que los demás, o el mismo tengan que leer lo que siente. Hay cosas que son de uno mismo y que no deberíamos compartir, son cosas que no están hechas para salir a flor de piel. Sobre todo porque están fuera de contexto, fuera de sí, no hay intérprete que las defina. Pueden ser la encarnación de la verdadera belleza, lo más alto a lo que puede llegar el uso de la palabra o un panfleto propagandístico autocomplaciente repleto de frivolidades. Sea lo que fuere, raramente las palabras cambian nada.

Bien es cierto que absolutamente todos tenemos períodos de crisis.

Períodos en los que nos sentimos atrapados en nosotros mismos, atrapados en algo que no sabemos describir pero que nos hace profundamente desgraciados. Pero Dio lleva en esta dos años. Con lo grande y ancho que es el universo y vivimos presos en el templo del alma.

La felicidad, según Dío es algo intermitente, hablamos de la inspiración, de la energía que emerge de la nada, de la capacidad de llegar a sentir algo increíble y traducirlo en palabras que estremezcan.

El teléfono interrumpe lo poco que le quedaba de concentración, ahora que iba a ponerse a escribir, antes de descolgar observa pensativo el reconocedor de llamadas.

- Hola Elena…

- Dio, necesito que me respondas esta noche- sin duda era la llamada que esperaba-.

Dio, consciente de la importancia de la respuesta que debía dar, se pregunta dónde está el guión que había escrito para la ocasión, lleno de frases bonitas, bien depuradas, con ese estilo que sólo los vendedores de enciclopedias aprenden: Hablar sin escuchar.

- No puedo decírtelo con exactitud, Elena

- ¿Qué te sucede Dio, hace días que te muestras muy distante, dime, qué te pasa?

- No es nada.

- Sí, algo pasa, lo noté ésta mañana, lo podriamos haberlo discutido en el tren, o tomando un café en el bar, pero tu siempre te escudas en el teléfono, ¡muy bien!-lo dice de manera que parezca un delito-.

- En serio, no me ocurre nada, estoy pasando un bache- por llamarlo de algún modo-.

- La inspiración se consigue con esfuerzo y las depresiones sólo son una excusa, sabes muy bien lo que opino al respecto Dio, no te compadezco...

- Elena, si te digo la verdad no me interesa la idea, no me veo allí todo el fin de semana- defendiéndose-.

- Ok, sigue así y dejaré de llamarte- y dicho esto cuelga de manera brusca-.

Ea, ya pasó. Todo el día evitando la confrontación para terminar teniéndola por teléfono. Por qué tendrá que entender Dio a todos los demás y nadie lo entiende a él.

Ha sido un amigo fiel para quien lo ha necesitado en los momentos malos de la vida. Ha estado presente en rupturas matrimoniales, en discusiones, en pedidas de mano, en intentos de suicidio; situaciones en las que se ha mantenido firme y no ha dejado traslucir su situación personal.

Conoce a Elena desde hace 4 años y podría decirse que es la más antigua de sus amigos. La ha visto llorar de dolor, desgarrada por dentro. Pero el dolor puede transformar a las personas y desde entonces Elena se ha convertido en la experiencia divina, la vida no tiene secretos para ella, no le puedes hacer daño con nada de lo que digas, no confía en nadie, y la chica que lloró y tembló aquel 11 de noviembre del 94 era una estúpida.


En qué estará transformando el dolor a Dio.

En un arrebato de vida, Dio coge las llaves del coche y sale con una caja repleta de cartón para reciclar, pues aún viviendo en un barrio acomodado, se ve que los pijos no reciclan, puesto que no hay un contenedor especializado a más de dos km de la urbanización. Puede que con el tiempo llegue el mensaje verde del reciclaje, pero la conversión nunca se hará hasta el punto de poner en los paquetes de tabaco, “Para hacer el papel de fumar también se talan árboles, no sólo estás destruyéndote a ti mismo o contaminando el medio ambiente, sino que colaboras en la deforestación del pulmón amazónico”.

Aunque Dio no tiene plena confianza en que esto sirva de nada en la sociedad de la imagen y el impacto.

Tan preocupado va en éstos temas que cuando cruza la calle desde su coche en doble fila apenas le da tiempo a reaccionar cuando siente que el suelo se evapora y cae rompiendo el hechizo hipnótico de un treintañero despeinado y entrado en carnes, cruzando sin mirar, que ha intentado envolver todo esto en un traje ceñido; con el que apenas parece que haya podido cautivar a dos matrimonios, ésta semana, para comprarse un apartamento en la playa, y cae aparatosamente al suelo así como la caja que llevaba consigo y su contenido.

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