jueves, 2 de abril de 2009
Manifiesto abierto a la estupidez humana de Ezio Flavio Bazzo (1920)
A continuación, el Capitulo I del manifiesto de Ezio Flavio Bazzo sobre la estupidez humana. Sencillamente genial...pero sin fanatismos!
Un manifiesto es una comunicación hecha al mundo entero, en la que no hay otra pretensión que el descubrimiento del medio de curar la sífilis política, astronómica, artística, parlamentaria, agronómica y literaria. Puede ser dulce, bonachón o agresivo como la plaga, tiene siempre razón; es fuerte, vigoroso y lógico.
Tristan Tzara
¡Ora ... Ora ...! ¡Yo te entiendo POPULACHO!
Te entiendo aun cuando tu quieres mutilarme, cuando no te conformas con mi paso, ni con mi postura, ¡ni con mi voz! No tienes culpa de eso y tan lejos estas de toda existencia real que no hay forma ni ley que te pueda ejecutar. Ejecutarte sería crimen, absolutismo, no entender nada de tu posición milenaria y tan poco envidiable. Tienes razón, motivos e ignorancia suficiente para verme como me ves. ¡Tienes secretos e insensibilidad bastante para invertir mis actos, corromper mis sueños y para acusarme de cosas que sólo los iguales a ti pueden hacer!
Tu vida fue siempre débil, tu cuerpo siempre enfermo, ¡tus pensamientos siempre llenos de chouvinismo! Nunca estuviste más allá de tu casa, de tu fría oficina, de tu iglesia y de tu grupo neurótico de amigos o de mujeres sumisas, esclavas tuyas, dependientes y reproductoras que jamás pudieron tomar una posición delante de una servidumbre tan desgraciada. Nunca visitaste una prisión, una cárcel o un sanatorio de viejos y por eso, no sabes nada de ti, ni tampoco de aquellos que pagan por ti con la vida. Nunca pensaste en la prostitución de las mujeres de la calle y de tu propia mujer, y siempre estas listo para hacer más y más prostitutas, sin saber que serás la víctima de tus propios crímenes. ¡Nunca te permitiste una palabra a un mendigo fantaseado de llagas o de sangre y eres siempre tú!
¡Siempre tu, Populacho, en tu porte de macho-doméstico, con ropas de la moda pagadas en prestaciones absurdas! Siempre tu, (embarcado) en tu sonrisa plástica y simpre rebajándote a superiores o a quien va a recomendarte mañana. Nunca observaste a la naturaleza en tu vuelta, ni nunca tuviste la osadía de dudar, investigar y renegar a valores que esclavizan y refrenan a millares de seres como tu. Nunca respetaste verdaderamente a una mujer y, cuando juras que lo haces, es por que tomas desinterés por respeto.
¡Siempre tu, Populacho dominador!
Siempre tu a colores en el (tape) de las novelas, en el trono de las embajadas, en las salas del Vaticano, en la puerta de los (burdeles), en la rectoría de las universidades, en el poder oligárquico de los Estados totalitarios (no hay Estado que no ea totalitario) y en la comedia humana siempre tus gestos duros a manejar cuchillos de oro que costaron la vida y la miseria de muchos. Pero, ¡yo te entiendo! ¡Te entiendo y te comprendo cuando regresas fatigado y con el signo del buitre en el pecho!
Para ti la filosofía es inútil y cuando repites axiomas estereotipados, lo haces apenas para justificar esa tu llaga incurable de ser Populacho, de no haber oído tus origenes que te llaman. ¡Te entiendo, Populacho! Te espío que comes con furia, que limpias los dientes como un Mono y que te sientas en el balcón de tu casa, para saludar doctores, políticos, secretarias, comerciantes, ladrones y otros representantes del fracaso humano. Te sigo en la multitud, y vas siempre mirándote en las vitrinas, pasando las manos por las nalgas, cuidando para no ensuciar los zapatos y compitiendo hasta mismo con los pobres guardias de un mercado. ¡Quieres que las mujeres te admiren y que los hombres te envidien y que los banqueros se quiten los sombreros cuando tu entras en sus casas de robo! (Los bancos son las casas donde los ladrones son llamados señores y donde el material del robo puede tener seguridad). En tu casa, te embriagas con una semana de vacaciones, exiges que tu hijo tenga miedo de ti, que tu esposa sea tu esclava y que tus vecinos te soporten en silencio. La poesía te repugna, la música, no la puedes diferenciar de otros ruidos, el arte tu lo confundes con técnica, los viajes tu los haces con cicerones y sólo vas al Louvre y al Lido, o al Phanteon, o a la playa de Ipanema, porque crees que van a darte Status.
Del amor, tu hiciste un acto exclusivista, donde todo se acaba en una triste eyaculada. Tu ciencia, son las órdenes militares que recibes y tu engrandecimiento tiene siempre influencia de la bolsa de valores. Como por ironía, cuanto más dinero acumulas más pobre te quedas y cada ves más eres robado y odiado por aquellos miserables que quieren ser como tu. Lo que te separa aun de ellos es apenas el dinero, apenas el tiempo, apenas la proyección paranóica, la defensa de tu auto-mutilamiento y tu presencia en un teatro de lujo o en una sociedad hermética.
¡Pobre Populacho!
Nunca tuviste el placer de conocer un hombre como Nordau, como Nietzsche e igualmente tampoco gozaste de estar acostado bajo un árbol. Sólo conoces el panfleto anual de la Cooperativa Pública, la Biblia, el Corán, el Bhagavad-Gita u otros montones de mentiras, que fueron haciendo de ti un mentiroso, un falso, un cobarde y un débil mental.
Comes el alimento que corruptos te venden, y envenenas tu cuerpo y te entregas sumiso a un consumo desenfrenado, y paseas por mercados enajenados, creyente de que la industria te tiene como un ser Biológico vivo. Pagas con honra la leche falsa, el pan falso, el azúcar falso, los huevos falsos ... y después, ingieres otra vez (remedios) falsos, para curar tus riñones falsos, tus intestinos falsos, tu corazón falso y flaco de Populacho. Mueres todos los días por causas que no te dicen por respeto, y tu trabajo aun rinde al patrón mil veces más de lo que callado recibes. Y tu lo sabes ... y tu lo aceptas ... por eso eres Populacho, por eso eres la llaga del mundo, la escoria rastrera, el sumidero insoportable de las civilizaciones. Y, cuando ya cumpliste con las buenas maneras sociales y ya compraste una casa, un coche, un título en una sociedad campestre, entonces embarazas a tu mujer y defines: ¡El hijo será médico! O, si por desgracia fuera una hija, tendrá que ser pianista o cirujana plástica. Cueste lo que cueste, el pobre niño deberá trillar el camino que tu, frustrado, caduco y ganancioso deseas. Tu ignorancia aun te hace ver al médico como los bárbaros veían a los hechiceros. Quieres tener un hechicero en tu familia para que el hechizo salga de ti y no venga para ti. No te importa si ese hechicero ubica su sueño en dirección a la magia negra, pues bien lo sabes que el populacho no entiende nada en la esencia. Vas así protegiéndote siempre más. Compras más tarde un yate, sometes tu enfermedad a terapias, vas otra vez a Champs Eliseés, compras plata en Tunizia, reproducciones de Salvador Dalí y ¡tienes delirios de nobleza!
¡Ah, Populacho!
Fumas con gestos que no son tuyos, repites, una y otra vez, una frase germánica, y haces intentos eternos para ocultar tu misería. Si, tu vida es intentar ocultar tu ignorancia, tu historía de siervo y tu cuerpo enbalsamado que huele mal. Pero creo que el olvido no te llegará jamás, y que la bandera del odio no permitirá nunca el silencio de tus orígenes.
Tu hija ya habla idiomas; ya puede ejecutar Liszt porque tu la obligaste, y ya fue presentada al novio ríco y licenciado, sólo que impotente y atraído por la heroína. Pero tu no te preocupas con estas imperfecciones sociales, principalmente cuando hay mucho dinero en el juego. Si, Populacho, tu hija sólo tiene un camino a seguir: el de caer otra vez en los brazos del Populacho y generar otra vez Populacho, un Populacho cada vez más detestable, cada vez más perverso e insoportable. Pienso que todo en ti fue fundamentado en el miedo, y por eso tu cuelgas en tu pecho una cruz o un talismán. Por eso te identificas con un partido de golf o de futbol y engordas como un cerdo. No tienes ningún deseo de pensar, no quieres ir más alla de nada y repites fantasías mediocres, gestos endurecidos y seducciónes mórbidas y llenas de hielo. Para ti, los símbolos son más importantes que las cosas simbolizadas, y los fantasmas te hacen defecar en una calle o sentirte un Super-Hombre en una casa de Umbanda.
Eres -para mi- un perro encadenado y cuando se te escapan algunos ladridos, no lo haces por convicción y sí por sumisión. Te codeas en las universidades con miembros de la gran muchedumbre y estas siempre buscando erudición, nunca sabiduría. Antes, decías ser comunista e imitabas a Lenin; después, decías ser marxista y tenías crisis histéricas al hablar de Marx; más tarde en el día de tu licenciatura, hasta un ciego podía diagnosticarte como un fascista-imperialista. Abres casas filantrópicas, entidades para el bien de la humanidad, pero, luego te eliges presidente-director y exiges que tus órdenes sean cumplidas.
Vas a los periódicos para ser fotografiado y extiendes tu brazo arrogante al que te implora ayuda. Estas triste y listo a poner fin a la vida en tu casa, pero basta un solo golpe en tu puerta, para que te perfumes y sonrías como un monje zen; pero el Zen no se puede comprender cuando lo alienamos en su propia categoría, separándolo de todo lo demás. Zen es más allá del mundo de los opuestos, construído por el discernimiento intelectual ... un mundo espiritual de indiscernimiento que implica un punto de vista absoluto, -como lo dice Suzuki- el absoluto no se distingue del mundo de la discriminación ... el absoluto esta en el mundo de los opuestos y no fuera de él.
Aunque la angustia de ser muchedumbre te queme, tu estas siempre intentando demostrar discernimiento, libertad y convicción; pero, sabes que no pasas de un hipócrita de las masas. Persigues a las hijas de los otros para copular con ellas; y a las tuyas las acusas de prostitutas y libertinas cuando tienen un orgasmo fuera del matrimonio ...
Ayer, agrediste una vieja alemana, porque, decias: ¡era una puta agiotista! Hoy, tu eres intermediario, explotador y corrupto. Espías desde tu ventana a tipos como tu que fornican con perversión, olvidándote que tu y tu mujer lo hacen de manera semejante y despreciable. Quieres ser el más rico, el más famoso y renombrado, y para ello mientes, robas y escupes en la cara de la humanidad. En los teatros tu aplaudes de pie, aun cuando no entendiste una palabra o aun cuando la música erudita te moleste ... Pero tu sabes que el Populacho te observa y te juzga por tus aplausos y por tu ropa de casimir. Incitas a tus amigos al matrimonio porque no quieres estar solo en el abismo donde bajaste y, después, vuelves a incitarlos a tener hijos, a viajar para Europa, a comprar una casa de campo, a pertenecer a la mafia y a seducir adolescentes.
¡La enfermedad es tu compañera de siempre! Vas entonces al médico que te recomienda todo aquello que la ignorancia médica permite y tu, pobre desgraciado, comes hasta excrementos si así te lo prescribe. ¡Ah, Populacho! Fuiste conquistando todo en el mundo y hoy hasta los medios de información te pertenecen. En tirajes cada vez más largos tus periódicos hablan de crímenes, de las oscilaciones de la bolsa, de promocIones mediocres de técnicos que son confundidos con artistas y de toda la prostitución social. Tienen la libertad y la estupidéz de ahogar al pueblo en asaltos, en demagogias comerciales, en histerismos políticos y en informaciones falsas como tu mismo lo eres Populacho.
Vas otra vez a los teatros, con tu voz reprimida y te confundes con otros pederastas y homosexuales como tu ¡y sueñas estar haciendo la Revolución Social Sexual del siglo! Las calles, las escuelas, los clubes y las iglesias estan llenas de personas que no merecen que se les hable ... Hombres de tu índole proliféran como las ratas y son los hospederos directos de la decadencia.
Tu, cuando perteneces a alguna aristocracia eres siempre un aristócrata de nacimiento o de dinero, jamás un aristócrata del espíritu, a pesar de que la aristocracia del espíritu es la única de la cual te podrías vanagloriar. Pero debo confesar: Tu venciste al mundo. En este mundito de reptiles, tu voz fue oída, tus leyes son estúpidas pero son leyes y tu bandera blande siempre al viento de la falsedad humana. Conseguiste confundirte a ti mismo, inutilizar el suelo, retrasar a viejos y niños, esquizofrenizar a la juventud y esquematizar una ruta suicida a la vida. Conseguiste crear los Estados, los países, la mafia, las patologías entre los hombres y entre las mujeres. Conseguiste generar las bombas y matar a través de la acupuntura, a través de la cicuta y a través de los divinos y mágicos venenos farmacológicos. Conseguiste violar el mundo de los locos, legalizar hospitales psiquiatricos y casas de prostitución femenina, también las inmobiliarias, el agiotismo, el alquiler y las profesiones más criminales, como la policía. ¡Ah,Populacho! Todos creen en tus accidentes, en tus infartos y en tus inexperados destinos ... Pero, los más lúcidos no caen en tu trampa y te sorprenden cuando, planeada y cobardemente, estas diciendo adiós a la vida. Como un conejo australiano, te mueres psíquicamente mucho antes de tu muerte biológica. Yo, sólo te espío. Nada tengo que hacer, sino espiarte. En un momento, lloro con tu llanto. En otro momento, quiero carcajear con tu carcajada. Tu me impides vivir, y yo, por venganza, te impido morir. Permanecerás vivo y sensitivo hasta que se consuma en ti ese carbón húmedo y esa arrogancia nefasta que en ti habitan.
¡Ah, ralea humana! ¡Que infelicidad contemporanizarte!
¿Cuantas veces te sorprendí humillando, mintiendo y robando?
¿Cuántas veces asistí a tus charlas, a tus conferencias, a tus rituales y a tus acusaciones arbitrarias? ¿Cuántas veces te encontré bajo el efecto del alcohol o aplicándote heroína en las venas de los pies, o comiendo cabezas de hongos? ¿Cuántas veces te encontré vendiendo títulos falsos, asegurando cosas absurdas, arrastrando a tu hijo indefenso para la piscina, mientras él gritaba desesperado por tu imbecilidad desenfrenada? ¡Ignorante! Tus hijos son muertos inocentes y puros por tu barbarie. Eres un reproductor de 4a. categoría. Si por mí fuera, yo te prohibiría tener hijos. Antes, tendrías que comprobar que no eres un asno como esos que pasan la vida en el trabajo y que sepultan a los hijos en escuelas-prisiones, o en cárceles religiosas que tienen como función principal borrar la vida de los niños, tórnalos sumisos, esclavos e inútiles. Tendrías antes que mostrar tu discernimiento delante de la vida y tu serenidad delante de la muerte. Tendrías que decirme lo que comes y lo que bebes. Yo tendría que sentir tu pulso dentro del peligro, interrogarte después de una victoria y golpear a tu puerta despues de un fracaso.
¡Oh, Populacho!
Para conocerte estuve sujeto a tus ideas, viví a tu lado, asistí a tus charlas y siempre mantuve los oídos atentos para tu debilidad mental. Te sigo por carreteras diversas, mirando pasmado para tus gestos, oyendo con atención tus mentiras e investigando todo tu ciclo vegetativo ... Muchas veces hablé de tus brazos rígidos, de tus espaldas curveadas y de tu vientre hinchado ... pero tu decías que yo te estaba envidiando y que para ti la estética y el cuerpo eran igual a la mierda.
¡Eres un enfermo, Populacho!
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madremia, ufff me gusta leer, pero ya con lo que llevo de clase tengo para no aburrirme. en otro momento quizas pueda, de todas formas te sigo.
ResponderEliminarPuedes encontrar el libro de bazzo en amazon:
ResponderEliminarhttp://www.amazon.com/Manifiesto-abierto-estupidez-humana-Spanish/dp/144956044X/ref=sr_1_2?ie=UTF8&s=books&qid=1269175780&sr=8-2
este libro tiene una energia singular, el retrato de toda la postura humana, en su teatro. Este humano tiende a ser todo lo que se propone, es increible en verdad, pero en su mayoria de los billones que somos, no sabemos ni porque vivimos. Vivimos por nada, estereotipos de otros caracteres, somos increibles copias de lo monotono, y la masturbada, la ilusion en desilucion, terriblemente en un instituto mental llamado raza humana. y yo me pregunto donde estan los filosofos?. es tan sencillo tener una vida simple, sencilla....cuantas cosas necesita un humano para ser feliz? En un dia veo la historia humana.... es todo lo que es. podria siempre estar mucho mejor, si practicaramos el uso de la razon, y el ejercicio de mirar como uno piensa, reflexionar, propia introspeccion, nuestros pensamientos y acciones. (disculpen mi gramatica y ortografia, no termine la escuela)
ResponderEliminarGracias PB!, Muy cierto efrain, te expresas con a pesar de las faltas, algunos terminamos la escuela y apenas llegamos a entender con claridad el mundo en el que vivimos...la pecera en el que desarrollamos nuestro mundo!
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