viernes, 27 de febrero de 2009

CHAP II




El Templo del Alma



No era más que su infancia tirada por los suelos, juguetes que ningún niño querría, pero que alguien anónimamente recogería antes de que llegara el basurero.
La caja que antes se antojaba segura, pese a que los años y las polillas habían acabado con su envoltura de papel, se partió en pedazos por completo.
Normal, pensó para sí Diodoro, como si la autocrítica hiciera que el contenido volviera a la caja.
Al principio sintió vergüenza pues se veía a sí mismo con otros ojos, un ciudadano tembloroso, invisible hasta hace apenas un minuto, que apenas podía decirse que quisiera con esto llamar la atención, se hallaba de rodillas y con aspecto de haberse caído de bruces, física y mentalmente, próximo a un contenedor recogiendo tebeos y juegos de mesa rotos, con los ojos desencajados.
Dio ha empezado a escribir un libro en multitud de ocasiones, a pesar del frágil uso que hace de la lengua y sus reglas, así como del escaso vocabulario que llega a utilizar en una misma frase. Tiene plena confianza en que es su contenido lo que realmente debe dejar perplejo a un lector no la forma y orden. Llegado a este punto de la vida en el que en tantos otros temas está totalmente errado, quien puede negarle un poco de razón en éste aspecto, aunque peque de ignorante.
Todos sus comienzos hablan de sí mismo, de su problemática, algo que resulta realmente aburrido aunque con el tiempo ha adquirido cierta destreza en la materia y quizás en una década podría completar un capítulo completo.
Escribe de la misma forma en que se escribe un diario, los días en los que no tiene lágrimas, el mero pensamiento de que la vida no tiene sentido se aferra a su corazón y conciliar el sueño ya no es posible, coge su portátil, la herramienta inútil que todo el mundo quiere poseer, y escribe párrafos como los siguientes:
“Llevo casi una vida intentando suicidarme, pero las cosas siempre me han salido mal. A los 9, porque no tenía suficientes razones, a los 12 porque aunque la gente me prejuzgara yo sabía que en mí había un líder, a los 15 por que, a los 18 porque no tenía cámara de video para despedirme poéticamente, a los 20 porque me quedaban sueños por cumplir, a los 22 porque me debía a mis sueños, a los 30 porque no sabía como hacerlo sin que pareciera un suicidio".

Llega un momento en la vida en la que no hay fuentes de energía, no hay imaginación, no hay amor, no hay dolor, no hay futuro. El problema reside sobre todo en que nuestros padres lo han construido todo para nosotros, y su prole no sabe más que consumir.
Los primeros apuntes de la autodestrucción empiezan a florecer, no puedes arañar un cristal durante años sin que termine por quebrarse. Una mente infantil se consuela pensando en que es un mal común, pero las vidas de los demás no le interesan, y no es egoísmo, es una pérdida total del interés en todos los ámbitos sociales.
No quiere tener suerte, ya no, porque la suerte es vanidosa, es más que probable que la pierdan otros para que llegue hasta ti”.

No le importan los demás, en cada palabra se mofa de su invisibilidad.
Los seres autodestructivos pueden y deben cambiar desde dentro, no les hace falta la ayuda de los demás para quererse a sí mismos, es una búsqueda interior al más alto nivel sin efectos especiales, sin magia, sin ficción. Bien es cierto que lo único que nos separa del resto de los animales, es la posibilidad de autodestruirnos, de hacernos la vida imposible sin que lo haga el tigre o el águila real.
Nosotros mismos desde un núcleo sanguinolento, podemos apresarnos en lo más profundo, mutar y convertirnos en una mariposa enclenque de colores mediocres que en vez de vivir con plenitud tres días, vague sin rumbo durante toda una eternidad.
Una gacela a punto de ser devorada rebosa más vida que Dio.

- Quiero escribir sobre el egoísmo humano, ¿sabes lo que te quiero decir?
Dio ya ni siquiera le prestaba atención, había aprendido a abstraerse de sus conversaciones con Markus, de manera que éste no notara que utilizaba las mismas palabras en cada conversación, incluso con invitaciones subliminales al desarrollo del tema.
- Ajá, y ¿cómo quieres hacerlo?
- Pues verás, todo ha de aflorar del interior de uno mismo. Es lo que la vida me ha ido enseñando con la muerte de mi amigo Samuel, (Markus explota ese sentimiento de manera rabiosa, y más últimamente que ha tenido que volver al mismo punto de partida), y las hostias que te da la vida a lo largo de la madurez.

Dio asentía, intentando mostrar la máxima de las atenciones…pero ya no lo estaba escuchando, definitivamente. Estaba seguro de que Markus después de 6 años de carrera mantenía una ignorante castidad cinematográfica, no tenía nada que aportar al mundo de la ficción.
Más que escuchar su prosa, se preguntaba que le aportaba este montón de mierda con cerebro que entraba en su vida a placer, a exprimirle el cerebro y el corazón en sus peores momentos inspiratorios y apenas percatarse de que el mundo es igual para casi todos.
- Que no tiene nada que ver porque el hecho de que ellos lo descubrieran antes y lo registraran no significa que lo posean. Es algo universal, algo que no pueden quitarnos porque es nuestro, ¿sabes?
- Markus, ¿qué hora es? Es que tengo cita con el urólogo.
- Eh, ahm…- sacarlo de su introspección creativa y obligarse a sí mismo a pensar que el día tiene más horas y acciones ejecutables que de las que él mismo hace uso, lo desconcierta – las…no tengo reloj, espera lo miro en el móvil-.
- No, entonces lo miro yo del mío…, las 7 menos cuarto, menos mal imagínate que se me olvida con lo que han tardado en darme cita. Markus la idea es magnífica pero creo que deberías ponerte a escribir, confío plenamente en que las palabras ordenadas de la manera que lo ha hecho delante mía, pueden perfectamente plasmar un 40 % de la idea. Yo que tu me dedicaba la tarde de hoy y la madrugada a explotar este filón, porque quién sabe, puede que ello te de pie a otras ideas que enriquezcan la idea original y terminas escribiendo algo increíble, que apenas imaginabas que podrías crear. ¿no?
- Em…- ahora es el momento en el que Markus, como un vaso medio lleno de iniciativa y medio vacío de contenido absorbe las palabras de Dio como si de una esponja se tratara, capacidad que bien podría haber utilizado para sacarse unas oposiciones del estado y vivir del cuento cinematográfico el resto de sus días, pero Markus no puede ser más que lo que es - ¿Tú crees?
- Estoy seguro, ¿crees sino que habría dejado que desarrollaras tu idea si no me pareciera que estaba trabajada?
Así cómo vas a tener amigos Dio, si les mientes reiteradamente para salvar cada situación.
Está claro que siempre responderá, los amigos son amigos con sus defectos y sus virtudes, como nosotros mismos, nadie somos para juzgarlos ni nadie son para juzgarnos, todo ello dentro del marco de la normalidad. Quedan excluidos de estos pretextos, los intentos de suicidio, las infidelidades dentro de los grupos de amigos, el enamoramiento homosexual entre los miembros del mismo grupo, etc, etc…

2 comentarios:

  1. hola!!muxas gracias por tu comentario, lo tendre en cuenta, me complace q te gusten mis trabajos, estoy empezando con el blog y esta muy verde todavia, tengo muxo material y no se por donde empezar a colgar, poco a poco ire aumentando la cantidad, un saludo!!!!

    ResponderEliminar
  2. Como dijo un argentino... esssssssttteeeeeeeeeee! Prometo que me leere tu articulo mañana. Hoy es tarde y acabo de descubrir tu blog. Saludos creativos, Ari

    ResponderEliminar